La mujer entre el debate biológico, histórico y social
“Debemos
democratizar el deseo sexual”
Licenciada Dora
Barrancos
Por Stella Maris Leone Geraci
Más allá de los
avances logrados por las mujeres todavía nos debatimos en el estigma del sexo
débil, que nacimos de la costilla de Adán, que sólo somos un envase para la
reproducción de la especie humana, cargamos con la culpa del pecado original,
somos veneradas como una virgen y lapidadas como putas, pasamos de ser Eva, a
María o ser Magdalena, en nuestra vida
sin importar la conducta que tengamos en la sociedad, al ser mujeres se nos
califica y etiqueta de la manera que lo deseen; por lo tanto no estamos
habilitadas para pensar y decidir por nosotras mismas, por eso el hombre cree
que debe tomar la decisión por nosotras, como vestirnos, con quien salir,
nuestras amistades, nuestro cuerpo es un campo de batalla, al que todos quieren
conquistar y aniquilar.
Nuestro cuerpo
biológico, se rige por los ciclos, se nos hizo creer que sólo somos productivas
en nuestra etapa menstrual, si no podemos reproducirnos, ya no somos útiles;
Simone de Beauvoir, en El segundo sexo escribe: !¿La mujer? Es
muy sencillo, afirman los aficionados a las fórmulas simples: es una matriz, un
ovario; es una hembra: basta esta palabra para definirla. En boca del hombre,
el epíteto de “hembra” suena como un insulto; sin embargo, no se avergüenza de
su animalidad; se enorgullece, por el contrario, si de él se dice: “!Es un
macho¡”. El término “hembra es peyorativo, no porque enraíce a la mujer en al
naturaleza, sino porque la confina su sexo; y su este sexo le parece al hombre
despreciable y enemigo hasta en las bestias inocentes, ello se debe
evidentemente, a la inquieta hostilidad que en él suscita la mujer; sin
embargo, quiere encontrar en la biología una justificación a ese sentimiento.
La palabra hembra conjura en su mente una zarabanda de imágenes: un enorme
óvulo redondo atrapa y casta al ágil espermatozoide; monstruosa y ahíta, la
reina de los termes impera sobre los machos esclavizados; la mantis religiosa y
la araña, hartas de amor, trituran a su
compañero y lo devora; la perra en celo corre por las calles, dejando tras de
sí una estela de olores perversos; la mona se exhibe impúdicamente y se hurta
con hipócrita coquetería; y las fieras más soberbias, la leona, la pantera y la
tigra, se tienden servilmente bajo el abrazo imperial del macho. Inerte,
impaciente, ladina, estúpida, insensible, lúbrica, feroz y humillada, el hombre
proyecta en la mujer a todas las hembras a la vez. Y el hecho es que la mujer
es una hembra. Pero si se quiere dejar de pensar por lugares comunes, dos
cuestiones se plantean inmediatamente: ¿Qué representa la hembra en el reino
animal? ¿Qué singular especie de hembra se realiza en la mujer?
Es por eso que después
de dejar, de ser reproductivas nuestro lugar está reservado para las tareas
domésticas, la historia también fue cruel con la mujer, la relegó a las
posiciones inferiores de la sociedad, es en la Revolución Industrial que
empieza a cambiar el escenario de la mujer, son los Movimientos Feministas que
venían de Rusia, los que impulsan el nuevo rol de la mujer, en lo social, en lo
cultural y en lo político, el posicionamiento de la mujer durante la primera y
segunda guerra mundial se vuelve un factor importante, ocupando el lugar de
trabajo del hombre en las fábricas y en el campo, mientras él estaba en la
guerra, el impulso del voto femenino también es otros de los logros destacados
que tiene la mujer a lo largo de su lucha por ser parte importante de la
sociedad que le toca vivir, todos estos logros históricos y sociales entran en
un gran retroceso en los años 50 donde la mujer vuelve a ser invisibilizada,
confinada a las tareas del hogar, la propaganda decía: que “Ella es la Reina
del Hogar”, bajo ese mensaje, su misión era la tener la casa perfecta, ser
la esposa perfecta, la madre perfecta, hasta manuales de la buena esposa se
escribieron y se distribuían en los hogares, el cine mostraba a la mujer como
un ser puro, obediente e inmaculado, todo contribuyó para volver a
invisibilizar a la mujer en el plano
histórico y social.
Es en los años 60 con
los movimientos feministas donde el contexto histórico de la mujer cambia,
vuelve a ser considerada más allá de su género, salir a la calle, ser la
protagonista de manifestaciones sociales
y artísticas, genera una nueva visión de la mujer, el cambió no se dio
en forma rápida es a finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI donde las
Mujeres toman lugares de poder en empresas ocupando cargos jerárquicos, en
lo político, como Presidentas o Primeras
Ministras de distintos países del mundo, en lo social todavía hay una gran
brecha, pero son muchas las mujeres que ocupan espacios donde el estado está
ausente.
Judith
Butler (Estadounidense, Filósofa post-estructuralista)
en su libro Cuerpos que importan hace un debate entre sexo y género, y
como incide el cuerpo, en el argumento social, donde se generan los límites del
cuerpo, el poder, para marcar la propiedad sobre el cuerpo; mientras Paul
Beatriz Preciado (Español, Filósofo transgénero pansexual) en su Manifiesto
contra sexual habla de las transformaciones tecnológicas de los cuerpos
sexuados y generizados, si bien no rechaza el debate social y biológico, los
pone en un nuevo contexto, dentro de las tecnologías socio-políticas, para
generar un debate entre sexo y política.
Irene Meler (Doctora en Psicología y Psicoanalista,
Argentina), escribe en Relaciones amorosas en el Occidente
contemporáneos: encuentros y desencuentros entre los géneros “…La situación
de las contemporáneas es distinta, ya que no solo enfrentan los límites
biológicos de su capacidad de reproductiva, sino que suelen tener una mayor
vocación vincular, debido a la sociosubjetivación femenina, orientada hacia los
vínculos de intimidad, que aún está vigente…”, a diferencia de las mujeres con
más edad, ellas descubren que hay una vida después de la menopausia, su vida se
vuelve más intensa, su sexualidad es más
plena, sin condicionamientos y sienten que todavía, pueden seguir aportando a la sociedad que las
rodean, aunque sus cuerpos siguen siendo un campo de batalla a ser conquistado,
saben que pueden luchar y vencer.
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